10/1/11

Casi mágicamente apareció,
en el momento en que estaba vacía
sin esperazas ni fuerzas para nada más.

Me envolvió en sus brazos, me acarició
con su aliento, con su mirada hizo volver a latir
mi corazón y con su boca cortó las cadenas
que nadie había podido romper.

Salí victoriosa, con la cabeza en alto,
dejando atrás a los que me dieron la espalda
y avancé de la mano de un Dios.

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