Ya había dejado de creer en fantasmas, pero otra vez volvieron. Están en cada lugar que transito, espectantes a que los vea, y los reconozca; en cada canción que me cantaron, dedicaron, o escribieron, en los paseos con él. Estos fantasmas viven en cada foto, calle, carta, en los amigos. Y siempre, pero siempre aparecen cuando empiezo a olvidarlos. Están cuando desconfió de lo que me dicen. Para lo único que sirven es para atormentarme, recordandome todo lo que sufrí, lo que viví, aprendí, lo que me olvidé, por supuesto que me van a remarcar mis errores. Viven conmigo, y no puedo ignorarlos, me molestan, aburren, asustan y no se van. Van a estar siempre y voy a tener que superarlos y enfrentarlos. Creo que hoy voy a empezar a convivir con ellos.



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